Parece que hay mucho director psicópata que disfruta haciendo sufrir a sus personajes. En algún caso con algo de sentido. En este caso con total desprecio a la coherencia. Utiliza los recursos de siempre: puertas que chirrian, máscaras, cojera de la chica que le impide escapar, móvil en el coche... en fin. Todo es fácilmente previsible. Lo peor: una segunda parte seguro.
Nota: 3
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